Hola chicas! Aquí os dejo la primera parte del primer capítulo de mi novela. Espero que os guste :)
“Se suele decir que antes de nacer, Dios
pone a la vera del ser naciente un ángel
para que lo cuide y lo proteja de los males del mundo terrenal
¿verdad?... pues creo que se olvidó de ponerme uno a mí. No tengo recuerdos,
soy... nadie. Es doloroso no saber cuál era la cara de tu madre, es triste
saber que jamás recordarás a tu padre jugando contigo y sobre todo es
desgarrador que te cuenten tu pasado, algo esencial que tú misma deberías
saber.
Una noche entraron unos ladrones a robar a
casa ¿típico verdad? Mi padre se enfrentó a uno de ellos, pero desgraciadamente
le disparó. La vida salió de su cuerpo con la facilidad con la que raya un cristal.
Mi madre gritaba y lloraba, presa del miedo le quitó a uno de los asaltantes el
pasamontañas que le cubría la cara...algo que no debería haber hecho. Había
descubierto el rostro de uno de los ladrones, no podían dejarla con vida así
que la mataron sin más.
En la planta de arriba estaba yo, una
pequeña niña de cuatro años. Oí gritos, vi sangre y salí asustada de la casa.
Mi destino se selló de una forma cruel ¿ridículo no? Huyes de un peligro para
caer en el infierno.¿Me buscaron? Quizás, pero jamás me encontraron, la que me
recogió fue una monja. Sin DNI, sin ningún tipo de documento, sin nada que
pudiera confirmar quién era... me convertí en una niña sin identidad. Pobre de
esa monja, se vio obligada a ponerme un nombre y un apellido. Volví a nacer otra
vez, pero con la misma suerte que en la vida anterior.
Criada de orfanato en orfanato jamás supe lo
que era el amor, cuando tuve uso de razón comencé a preguntar por mis padres
¿qué me respondieron? Sencillo, que me abandonaron. Ahora pienso en ello y creo
que me dijeron esa cruel pero bondadosa infamia para que no perdiese jamás la
esperanza, ¿quién es capaz de decirle a una niña de ocho años que sus padres
fueron asesinados?
Un día, cansada de no tener a nadie que
recordar, a nadie por quien llorar... me escapé, por aquel entonces tenía doce
años. Pero no abandoné el orfanato sin revisar los papeles que me dirían de una
vez quién era. Estar sola te enseña a ser dura, ¿demasiados golpes para tan
pocos años? Sí, es una frase que concordaba a la perfección con el resumen de
mi vida. La verdad, la tan esperada verdad me cayó como un jarro de agua, fría
no, abrasadora. Mi corazón ardió esa noche como una rosa incendiada... me
marchité sin remedio. Toda mi esperanza de encontrar una familia, todas esas
noche en las que recé por dar con alguien me abrazara cuando tuviera
pesadillas, que me enseñara que la vida puede ser algo más que pelearse con la
matona de turno por una cama en la que poder cerrar los ojos ante la mierda que
es la realidad... se habían ido al garete. Es ridículo como la ilusión de
tantos años se puede desvanecer en cuestión de segundos, con el alma destrozada
abandoné aquel lugar.
Las monjas siempre me regañaban por ser tan
curiosa, por querer saberlo todo “la curiosidad mató al gato” decían siempre…
sí, al final se había cumplido.
Comentarios
Publicar un comentario